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El reciente libro de Alberto Ivern no viene a hablarnos de utopías irrealizables, sino que propone la recuperación de huellas de futuros-mejores-posibles, para quienes se atrevan a formular un manifiesto por una nueva cultura y una nueva educación. Un material que aporta claves para la reflexión.
El autor sostiene que es necesario, urgente y hasta posible dejar de pensarnos como una sociedad individualista, “como olas sin mar”, “hojas sin árboles”, “yo me hice solo”, “no le debo nada a nadie”, para eso basta registrar que respiramos el oxígeno que fabrican las plantas, que nos nutrimos del agua y de los frutos de la tierra que otros cultivan. “Que nos vestimos, calzamos, y transportamos gracias a otros”.
El libro es una herramienta que busca estimular el darse cuenta de que nadie se hizo solo y que siempre se está siendo con otros, formando parte de un delicado equilibrio.
Se advierte: “El desocultamiento de la dimensión singular de las personas viene a salvarnos de la masificación, pero seguirá provocándola si no se articula con la dimensión relacional. Ambas dimensiones –singular y relacional– se necesitan una a la otra como dos piernas de un mismo organismo”.
Agotado
